Por miles de años los pueblos indígenas han utilizado la semilla chía como parte de su dieta, ya que la chía está compuesta por aminoácidos esenciales, vitaminas y minerales. Durante la época precolombina las semillas constituyeron uno de los alimentos básicos para los pueblos centroamericanos, como el maíz y el amaranto. La chía se usaba tanto para preparar remedios como para alimentar a los animales. Como las semillas no tienen sabor propio, se pueden mezclar en casi cualquier plato, para el desayuno en el yogurt, quesadillas a base de semillas de chía, en pan amasado, también se puede hacer jalea de chía, mezclándolas con agua o jugo.
El súper muffin de chía y
plátano. La semilla tiene dos veces más la cantidad de potasio que el plátano.
La chía tiene cinco veces más
calcio que la leche.
Comparada con los arándanos, la
semilla tiene tres veces más la cantidad de antioxidantes que esta fruta.
La semilla de chía es la fuente
vegetal con más alta concentración de Omega 3. Dos cucharaditas de estas
semillas contienen más de este ácido graso que un trozo de salmón.
Es una fuente de hierro, y
contiene tres veces más este componente fundamental que las espinacas.
Las
galletas máximas de chía y avena. La chía tiene el doble de cantidad de fibra
que la avena.
La semilla tiene dos veces más
proteínas que las verduras.
Sin embargo, cabe recordar que los efectos de esta semilla nutritiva interactúan con otros factores en su estado de salud. Se puede experimentar contraindicaciones en el caso que uno esté tomando remedios contra la hipertensión, o si uno está usando remedios para la diabetes, donde la semilla baja los niveles de glucosa pero en conjunto con remedios podría exagerar el efecto.
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